Antes se creía que la pérdida de la memoria y
la confusión eran parte normal del proceso de envejecimiento. Sin embargo, hoy
en día los científicos saben que la mayoría de las personas se mantienen alerta
y tienen un buen uso de sus facultades a medida que envejecen, aunque es
posible que les tome un poco más de tiempo recordar las cosas.
Memoria y Edad han
sido desde los principios de las sociedades dos términos íntimamente
relacionados. Hablar de olvidos, fallos de memoria o dificultad para aprender
cosas nuevas era, hasta hace poco, hablar de vejez.
Estos dos
conceptos tan estrechamente vinculados han marcado, hasta hace solo unas
décadas, la justificación en la "no actuación" ante las quejas de
falta de memoria expresadas en la consulta por parte de las personas mayores. Sin
embargo, hoy se reconoce que la pérdida de memoria es un proceso en el que
intervienen numerosos factores, y que sobre alguno de ellos se puede intervenir
favoreciendo la estimulación y el funcionamiento cognitivo. Los
olvidos y problemas de memoria no son exclusivamente resultado del proceso del envejecimiento. Hay personas de muy
avanzada edad que siguen desarrollando sus
trabajos de forma impecable (Actores y actrices, escritores, políticos, profesores de universidad, etc.) Cuando una persona mayor con quejas de
memoria realiza un programa
de intervención, mejora de forma objetiva y subjetiva el funcionamiento cognitivo. Resulta evidente que la edad es un factor
importante a tener en cuenta en los
fallos de memoria, sin embargo está comprobado cómo otra serie de variables personales y ambientales, tienen un
peso específico tan importante o
incluso mayor.
Factores ambientales como la
jubilación, la disminución de estimulación cognitiva por menores exigencias del medio o
por falta de costumbre, el uso de herramientas como la calculadora, la memoria
en los teléfonos, agendas y relojes con alarma, el estrés, la ansiedad y la
depresión son también, factores muy presentes en personas mayores que
dificultan un funcionamiento mnésico satisfactorio. También influye en la
percepción del funcionamiento de
nuestra memoria nuestro nivel de exigencia, es decir, cómo vivimos un olvido o
la causa que le atribuimos. Sobre el funcionamiento de la memoria se han
establecido diferentes hipótesis, sin embargo todas ellas y la práctica
empírica muestran como nuestra memoria no se encuentra alojada en un sitio
único; más bien la memoria sería el resultado del funcionamiento conjunto de
múltiples estructuras cerebrales.
El paso de tiempo suele afectar algunas
funciones cognitivas tales como la velocidad de procesamiento, la memoria
reciente y la capacidad de encontrar las palabras con igual rapidez. Diversas
investigaciones han demostrado que el entrenamiento de las funciones mentales
es un factor protector frente a estos problemas. Hoy se sabe que la declinación
cognitiva no es inevitable y que existen factores que nos protegen frente a
ella.
El programa de entrenamiento cognitivo
es una forma de ejercitación teórico-práctica que tiene como fin transmitir
estrategias para preservar la agudeza mental fundamental para lograr una buena
calidad de vida.