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jueves, 26 de junio de 2014

LOS CHICOS Y LA DROGA

La Lic. CLAUDIA BELDA (Psicóloga social, Consultora Psicológica, Psicodramatista, conduce desde hace casi un cuarto de siglo el programa de radio “Nosotros, Los Argentinos”, primero en Splendid y ahora en Radio Cultura, Directora de una revista dedicada al tema de distribución gratuita), nos explica que los chicos más chiquitos entre los 6 y los 8 años que consumen una “sustancia”, son los chicos en situación de calle. Hay una diferencia entre los chicos de la calle y los chicos en la calle. Los chicos de la calle, son aquellos que durante el día van a pedir, van a mendigar o incluso a trabajar, pero tienen un lugar donde volver. Los chicos en la calle o en situación de calle, viven directamente en la calle. Estos chicos, entre los seis y los ocho o nueve años, viven en calle porque no tienen un lugar donde ir, y si tienen, no vuelven porque fueron abusados, golpeados, y se escaparon. Su hogar es la calle en la que viven con otros chicos con los que llegan a conformar una familia. Y la “sustancia” hace que se les vaya el hambre o el frío.
La soledad como patología social moderna, se relaciona con las adicciones….
Porque la soledad no respeta clases sociales. En el Tobar García, hospital neuro-psiquiátrico para niños, hay chicos internados de todos los sectores sociales. En este hospital, niños y niñas diagnosticados con patologías psiquiátricas son internados hasta los dieciocho años, algunos luego siguen viviendo con sus familias, otros pasan al Borda, los muchachos y al Moyano las chicas. Estos lugares no están preparados para el problema de la droga y la mayor parte de los chicos están internados por adicciones. Hay chicos de todos los sectores sociales. Refiriéndose al tema la Lic. Belda cuenta: había un chico que era el nieto de un famoso director de un diario argentino. Yo empecé a trabajar con esos chicos en el 99 y un día jugando con ellos, cantando, haciendo voz de tanguera le pregunté qué le había faltado en la vida” y él me respondió: “no, discúlpeme, qué me ha sobrado…”. Él sentía que era tanto lo que tenía económicamente y tan poco amor, que recurría a las “sustancias”. A eso me refiero con la soledad, no desde una telenovela de la tarde, cuando te hablo de la patología moderna.
Respecto a las “malas compañías” agrega:

Yo no creo en las “juntas”. Te dicen, sea de cualquier sector el chico: “mi hijo se droga porque se juntó con Pepito”. La “junta” la elegís vos, en la villa 1-11-14, vas a ver montones de chicos que estudian y que trabajan y que no se drogan. Algunos han armado una radio y en los programas hacen campaña contra el “paco” y dicen: “la droga rompe corazones”. Es el emblema de la radio.

Fuente: Luis Buero, para ParqueChasweb.

sábado, 14 de junio de 2014

El trauma de los cambios ante una situación de dependencia

El dependiente debe permanecer en su entorno habitual todo lo posible.
Con la edad, cualquier cambio de ambiente o de costumbres se vive casi de forma traumática y, de manera más acusada, en el caso de las personas incapacitadas.
Para retrasar el agravamiento de la dependencia es importante mantener a la persona en su entorno habitual el mayor tiempo posible.
Es cierto que ingresar en una residencia puede resultar tranquilizador pero, por otra parte, implica un cambio en el marco de referencia. El paso de un modo de vida, en el que había que cuidar de uno mismo, a otro en el que uno es cuidado puede acelerar la dependencia. De la misma manera, los hijos deben meditar seriamente la decisión, aunque sea por deber filial, de acoger en su domicilio a sus padres ancianos cuando empiezan a perder autonomía si ello significa que éstos tengan que abandonar su barrio, su ciudad, su forma de vida, sus relaciones...
En una palabra: cambiar su marco de referencias. Hacerse cargo de un mayor implica permitirle conservar todas las referencias posibles: salidas con sus amigos, horarios y costumbres –horas de TV, paseos, comidas…–.
Es esencial reservarle unos ámbitos de decisión en los que disponga de capacidad de elección: permitirle hacer sus propias compras, ir a la peluquería, decidir cuándo sale, elegir su menú y la ropa que va a ponerse... Son actos que le permitirán ejercer su libertad de elección, demostrar su capacidad para decidir y, por tanto, mantener la independencia indispensable para su equilibrio personal.