La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que en el
año 2000 ya existían 600 millones de personas mayores de 60 años afectadas por
dolor crónico.
Quienes padecen dolor permanente, a menudo se sienten
desesperanzados y muchos caen en la depresión -investigaciones recientes
revelaron que el 20% de los ciudadanos europeos con dolor crónico sufrieron
episodios de depresión-. El dolor crónico también puede afectar la capacidad
del enfermo para trabajar. Por ejemplo, en Europa se pierden 500 millones de
días de trabajo al año debido al dolor crónico, lo que le cuesta a la economía
europea cerca de 34.000 millones de euros. Según las estadísticas manejadas en
el estudio "Dolor en Europa", el trabajo más ambicioso sobre dolor
permanente realizado hasta la fecha, uno de cada cinco pacientes con dolor
crónico ha perdido su trabajo debido a su afección. Estas cifras son más altas
en países como Dinamarca u Holanda, donde el porcentaje de pérdida de trabajo
por el dolor crónico se eleva al 29%. Según estadísticas publicadas en España
por el grupo “Area3”, la magnitud de este problema es tal, que el 4,8% del
total de las inasistencias laborales se debe a esta problemática. “El dolor crónico es un síntoma frecuente en
la medicina y las enfermedades que pueden generarlo son innumerables”, Fibromialgia,
el Dolor Psicosomático, La Artritis Reumatoide, Parkinson, secuelas
poliomielíticas, etc., señaló a la Agencia CyTA la doctora Graciela Jacob,
coordinadora del Programa de Cuidados Paliativos del Instituto Nacional del
Cáncer (INC), organismo dependiente de la cartera sanitaria. “Por eso, es de
trascendental importancia, que los profesionales cuenten con las competencias
básicas en el manejo del dolor”.
Cuando el dolor se instala en el individuo, este quiebra con su prevalencia todo proyecto, no hay motivaciones, perturba los entendimientos, desbarata la personalidad genuina y espontánea del ser humano, privándolo de su libertad, porque todo gira en torno al dolor. La calidad de vida del paciente se ve afectada en todo sentido.
Ese dolor que no logra responder al tratamiento da paso a la ansiedad, la depresión, la ira y la irritabilidad, son formas que el organismo posee para expresar un desequilibrio, una desarmonía, una pérdida del orden vital. Laboralmente, puede llegar a afectar a la capacidad de trabajar, produciendo un sentimiento de inutilidad y problemas económicos, ya que un dolor crónico llega a hacer que las personas se planteen el para qué y el porqué de la vida. Normalmente tenemos la experiencia de que el dolor es pasajero y controlable; pero cuando aparece un dolor resistente, que no se pasa, nuestra concepción del mundo se tambalea.
Cuando el dolor se instala en el individuo, este quiebra con su prevalencia todo proyecto, no hay motivaciones, perturba los entendimientos, desbarata la personalidad genuina y espontánea del ser humano, privándolo de su libertad, porque todo gira en torno al dolor. La calidad de vida del paciente se ve afectada en todo sentido.
Ese dolor que no logra responder al tratamiento da paso a la ansiedad, la depresión, la ira y la irritabilidad, son formas que el organismo posee para expresar un desequilibrio, una desarmonía, una pérdida del orden vital. Laboralmente, puede llegar a afectar a la capacidad de trabajar, produciendo un sentimiento de inutilidad y problemas económicos, ya que un dolor crónico llega a hacer que las personas se planteen el para qué y el porqué de la vida. Normalmente tenemos la experiencia de que el dolor es pasajero y controlable; pero cuando aparece un dolor resistente, que no se pasa, nuestra concepción del mundo se tambalea.
El círculo vicioso de sufrimiento, insomnio y tristeza se denomina
"el trío terrible". La necesidad de calmar el dolor puede provocar adicción a las drogas en
ciertas personas y llevar a otras a someterse a varias intervenciones quirúrgicas
o tratamientos de naturaleza dudosa o cuestionable. Todos estos motivos nos dan la pauta de que
“El abordaje tiene que ser multidimensional y multidisciplinario. No sólo desde
el punto de vista medicamentoso, sino también kinesiológico, de rehabilitación,
psicoemocional y espiritual”.
Los profesionales como miembros activos de la sociedad deben conocer y
entender la transformación cultural que ha sufrido el concepto del alivio del dolor.
Ser parte activa de su evolución y del cambio de los conceptos relacionados con
él, para lograr una perfecta interpretación y un mayor acercamiento en las
manifestaciones que a diario encontramos en los pacientes que lo padecen.
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