Mientras
que en la actualidad se contempla al viejo como un ser “pasado, fuera de modas
y como a un estorbo.
En otras civilizaciones y épocas históricas se les
consideró como una fuente de sabiduría y experiencia, por lo que a su vez
sirvió como consejero de las distintas comunidades donde residía, participando
en todos los aspectos de la vida cotidiana.
Destacando las etapas
históricas más importantes y en forma
cronológica a lo largo de la historia y hasta nuestros días, observamos los
distintos valores bajo los cuales la vejez ha sido interpretada, por diferentes
culturas:
En la Prehistoria
era vista desde una perspectiva positiva por su virtud en supervivencia Se consideraba al anciano como el depositario
del saber y transmisor de la memoria del clan El ser anciano constituía un
símbolo con un valor divino dentro de la tribu.
Dentro de la cultura
egipcia, la palabra anciano significaba sabiduría. Al anciano se le
otorgaba un papel dirigente por la experiencia y sabiduría que le confiere su
larga vida.
En la sociedad griega
existieron diferentes formas de entender la vejez. Atenas permaneció fiel a la juventud.
La
actitud contraria la presenta la ciudad de Esparta, la cual tenía un senado,
Gerusia, compuesto por veintiocho miembros todos ellos mayores de sesenta años.
Consecuentemente los espartanos respetaron a los ancianos por considerarlos
transmisores de sabiduría.
La tradición
hebreo-cristiana. Los ancianos jugaron un papel importante en la conducción
del pueblo hebreo. El Consejo de Ancianos se creó como una iniciativa divina
por lo que a estas entidades se le conferían grandes poderes religiosos y judiciales Es durante el período del rey hebreo Roboam cuando
el consejo pierde su poder y la imagen del anciano comienza a deteriorarse.
La cultura romana
se caracterizó por: la tolerancia, la capacidad de adaptación, su sentido
práctico de la vida y, por último, su cosmopolitarismo.
Concedía autoridad al
anciano, un poder tan grande sobre la familia y esclavos, que hizo que llegaran
a ser odiados y temidos.
La República fue la
época de oro de los ancianos, donde se confiaba el poder político a los hombres
de edad avanzada.
En los primeros años
del cristianismo, los ancianos continuaban ostentando un cierto poder y
eran respetados, pero a partir del s. V, la vejez se convierte en un símbolo
negativo cuya llegada va a ser temida por todos. La peste negra en el año 1348
Se ensañó especialmente con niños y adultos, el número de ancianos sufre un
considerable aumento, de 1350 a 1450, quienes ganaron posición social, política
y económica.
El
desprecio a la vejez se manifiesta en las artes y en las letras.
Con la llegada de la
Revolución Industrial, al ser humano
se le valora por el trabajo que ha realizado al servicio de una institución
pública, privada, de forma autónoma, etc...
y el Estado se siente obligado a
compensarle ante el resto de la sociedad. ( Tom Paine en 1796.) Así se crean
los sistemas de seguros sociales y todo un modo de estudio de probabilidades de
sobrevida. Con el aumento de las expectativas de vida, se mantiene el
procedimiento, aunque postergando la edad de jubilación, en el bien entendido
que si el viejo ya no es productor, a lo menos, mantenerles un cierto nivel de
consumidor.
A finales del siglo
XIX se comienza a separar a la vejez
de la enfermedad del anciano y nace por un lado la Gerontología y por el otro
la Geriatría.
Como es de
conocimiento común, las culturas de Oriente tratan de manera muy diferente
a sus ancianos y ancestros. Japón, por
ejemplo, conmemora cada 15 de septiembre el Día del Respeto a los Ancianos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario